jueves, 26 de abril de 2018

SUMIMASEN! Bitácora de un chileno en Japón - Capítulo 1: Llegada

Hola, amigos. Han pasado 2 meses de que realicé el viaje de mi vida. No lo había querido hacer antes debido a falta de ganas, ya que si bien la pasé de maravilla, también tuve malos momentos, los cuales repercutieron después de finalizado el viaje. En esta primera publicación de mi gran viaje, contaré detalladamente mi experiencia desde que me preparaba para abordar el avión hasta mis primeras instancias en Japón. Acompáñenme.

El viaje comenzó el lunes 29 de enero desde el Aeropuerto Internacional Comodoro Arturo Merino Benítez. Las emociones fueron tremendas. Algo que siempre había deseado por fin se haría realidad. Esa fue la segunda vez que viajaba en avión en mi vida, pero la primera en que salía de Chile.


Fueron bastantes horas de vuelo hasta que llegué al Aeropuerto Internacional George Bush, en Houston, donde fue mi primera escala. El tiempo para pasar al siguiente avión era tan corto que con el asunto de la revisión de maletas y entre otras cosas perdí la segunda escala, la cual iba a ser en el Aeropuerto O'Hare, en Chicago; lo peor es que mi maleta sí se fue en ese vuelo. Tuve que cambiar mis pasajes, lo que alargó mi estadía en Houston, y en lugar de pasar a Chicago, me trasladaría directamente al Aeropuerto Internacional de Narita, Japón; mi maleta llegaría allí también, aunque tardaría un poco más.

Una vez que logro por fin subir al avión, luego de bastantes horas de vuelo, por fin estuve en el país en que tanto anhelaba estar, aunque no sin antes dejar la información de la maleta para que me la encuentren y notifiquen cuando llegue al aeropuerto. Al llegar a los pasillos principales del aeropuerto, tuve una sensación de que estuviera atravesando un televisor en el que se mostrara un programa japonés; era Japón, ante mis propios ojos. Una vez que salgo hasta la entrada del aeropuerto, lo primero que hago es abrazar una máquina expendedora, algo que siempre había querido hacer desde antes de planificar el viaje. Luego me paso del aeropuerto a la estación de tren, donde me costó mucho comunicarme para ir hasta Shibuya. Como tuve mis primeras conversaciones en un idioma que no era en mi idioma nativo, a duras penas pude pedir un boleto de tren; tomé uno express (no el shinkansen, por si se piensa así). El viaje que debió durar 1 hora y media, se alargó al doble debido a un accidente en un área, o al menos eso entendí. Una vez que me bajo del tren, me encuentro en uno de los lugares que siempre había querido conocer, pero solo veía a través de la pantalla de mi computador: el cruce de Shibuya; junto a eso, por supuesto, también observé la estatua de Hachiko. Sin embargo, se hacía tarde y necesitaba descansar, pero no tenía ninguna reserva en ningún sitio ni carga en mi celular; mi cargador estaba en mi maleta que aún no tenía, igual que mi powerbank, el que no quise poner en mi mochila debido a las reglas del equipaje en el avión, así que tuve que comprar un cargador. Una vez que lo logré, la tarea fue buscar un lugar donde cargarlo. Pensaba en llevar a cabo lo que me recomendaban por si no encontraba alojamiento: pasar la noche en un McDonald's. El problema estaba en que justo el McDonald's en que me iba a quedar no tenía enchufes cerca, o al menos no los encontré, así que no me quedó otra que buscar algún enchufe que dé para la calle, a pesar del frío de la noche. Luego de pensarlo bastante y con un poco de carga en mi celular, me dediqué a buscar alguna señal wi-fi liberada para ver si encontraba algún alojamiento barato por los alrededores. La mejor alternativa que tuve fue un manga café; fue así que llegué al manga café Manboo. Estuve 8 horas por unos 1800 yenes (10.000 pesos chilenos aprox.). Aproveché de cargar bien mi celular, comunicarme con toda la gente que tenía constancia de mi viaje y, por supuesto, descansar. Cuenta con computadores, máquinas de bebidas (2 vasos gratis), helados, una gran variedad de mangas (los que desgraciadamente no pude leer por cansancio y aún incomprensión del japonés) y servicio de duchas por un costo adicional.



Al día siguiente, 1.° de febrero, salgo bien temprano a experimentar lo que sería verdaderamente mi primer día en Japón. Era un día nublado y se podían ver montículos de nieve por todas partes y decido regresar al cruce de Shibuya. Qué lugar más lleno de vida: gente por todas partes, anuncios publicitarios por todas partes, pantallas con anuncios, muchas tiendas, un vistoso Starbucks y la tienda departamental Shibuya 109 característica de aquella zona. Junto al Starbucks se encuentra TSUTAYA, una enorme tienda de música; quedé maravillado con cada piso que recorrí de la tienda. Justo ese día, se estaba promoviendo "CLEAR", el último single de Maaya Sakamoto hasta la fecha, por lo que en cada piso de la tienda, como también en otras tiendas que recorrí, se anunciaba.


Posterior a eso, visité Taito Station, un enorme tienda de máquinas recreativas; pasé un buen rato allí. Más tarde, decidí ir de una vez por todas a buscar el ticket del concierto de mis sueños a las oficinas de Voyagin. Me costó un poco llegar, pero pude lograrlo.

Llegada la noche, decidí ir a Shinjuku, donde se encontraba el bar del amigo de un amigo mío. Estuve un poco perdido y lo único que tenía para orientarme era el Templo Hanasono, así que aproveché de explorarlo.


Después de pedir ayuda a un transeúnte para localizar el lugar, logré llegar. Por fin, un poco de contacto en español desde mi llegada. Conversé por varias horas con el dueño y me orientó para buscar un alojamiento barato; por supuesto, me quedé de un net café, del cual no supe qué tan diferente era de un manga café, porque también tenía mangas, pero creo que era porque no cuenta necesariamente con cojines grandes para estirarse, sino que solamente una silla plegable.

En el próximo capítulo les contaré cuando recuperé la maleta y mi travesía hasta Saitama.
Espero que les haya gustado conocer mi primera instancia en Japón. Nos vemos~ :3